¿PAZ SE PUEDE ESCRIBIR CON Z?

 Por: Juan David Barreto Romero

La contienda electoral en su segunda vuelta, no ha modificado el tono polémico, ni las acusaciones que las campañas vienen haciendo a los candidatos a la presidencia, desde el Centro Democrático se ha insistido en recordar el origen político de Santos y su relación con el Uribismo así como de su “viraje” hacia la “izquierda”, sustentada por el manejo de las relaciones exteriores y el proceso de paz. Sin embargo se han hecho esfuerzos también por moderar posiciones, (o maquillarlas), frente a temas políticamente delicados como el proceso de paz. Ejemplo de esto es el cambio de discurso que ha experimentado la campaña de Oscar Iván Zuluaga frente a la eventual suspensión de los diálogos en la Habana y a raíz de la adhesión que luego de los resultados de primera vuelta decidió la ex candidata Marta Lucía Ramírez.

Teniendo esto en cuenta, se analizará  el manejo de la campaña del Centro Democrático, para explicar, primero las señalamientos y las propuestas que pretenden diferenciar a Oscar Iván Zuluaga de su opositor, así como indagar por el verdadero significado de lo dicho hasta ahora sobre el proceso de paz y el tratamiento de los diálogos en la Habana, para finalmente esclarecer las posibles implicaciones de una victoria del candidato Uribista el próximo 15 de Junio.

En primer lugar, se deben recoger los planteamientos que desde el Centro Democrático se han venido haciendo, en torno al origen político de Juan Manuel Santos. Es para todos conocido, que el actual presidente de la república, fue elegido con el apoyo de su antecesor Álvaro Uribe Vélez, quien además de heredar su amplísimo poder electoral a Santos, le entregó también las banderas de la Seguridad Democrática, la Confianza Inversionista y la Cohesión Social, 3 pilares fundamentales del desarrollo de los 8 años de gobierno de Uribe Vélez, quien ante la imposibilidad de reelegirse por segunda ocasión, vio en ese entonces en  Juan Manuel Santos la mejor alternativa para dar continuidad a los programas que venía implementando. Sin embargo 4 años después de aquella idílica sucesión, las visiones diferenciadas sobre algunos de estos temas han separado de manera radical a estos dos personajes al punto de convertirlos, hoy por hoy, (con los salvamentos del caso) en los 2 principales contendores por la presidencia.

Poco ha cambiado el escenario político para Oscar Iván Zuluaga y su partido después de los resultados de primera vuelta. Como desde el inicio de la contienda, un eventual gobierno del candidato Uribista, tendría mayorías opositoras en el congreso de la república, representadas no solo por los partidos de la Unidad Nacional, sino también por otros sectores como la Alianza Verde y el Polo Democrático.

Derivado de lo anterior, el Centro Democrático y en su cabeza Oscar Iván Zuluaga, se han apresurado a señalar, que Juan Manuel Santos ha traicionado las principales apuestas del Uribismo, y por tanto el mandato popular por el cual fue elegido en 2010. Por lo cual es necesario, recobrar el camino, retomar la mano firme y conducir a Colombia, hacia la eliminación de la amenaza terrorista, representada en las FARC, ya sea por la vía de un diálogo franco y con mayores exigencias hacia la contraparte terrorista o por medio de la reimplantación de la Seguridad Democrática y la acción de la fuerza pública para eliminar los enemigos del Estado Colombiano.

Esta visión tajantemente diferente de lo planteado por el gobierno de Santos, se ha venido matizando durante las últimas semanas, en dónde el discurso del candidato del Centro Democrático, pasó de proponerse la Suspensión Inmediata de los diálogos de la Habana el mismo 8 de Agosto, hacia afirmar la continuidad de estos diálogos y la búsqueda de una paz negociada, eso sí,  condicionada a una revisión y publicación de cada uno de los puntos acordados en la mesa, así como a la exigencia por parte del gobierno Colombiano, de un cese de las acciones terroristas de las FARC,  el cese del reclutamiento de menores, el asesinato de soldados y policías o la siembra de minas antipersona.

Aunque el tono del discurso de Zuluaga se pretenda moderar frente al tema, las propuestas de fondo sobre el mismo, no se han transformado de ninguna manera. La idea de que habrá una negociación de paz con las FARC, solamente cuando estas hayan decidido rendirse y que el conflicto armado en Colombia no existe, sigue en el trasfondo de las declaraciones de Zuluaga, si bien, la adhesión  de buena parte del conservatismo a la campaña Uribista luego de la primera vuelta, cobró algunos arreglos programáticos en torno al tema de la paz, el  de fondo las exigencias de Zuluaga frente al proceso de paz han permanecido inamovibles y se tiene cuidado al analizar su discurso, se sigue informando que de ser elegido presidente, suspenderá los diálogos de paz y retomará la vía militar como alternativa para buscar el fin de la guerra, como se ha intentado durante tantos años en Colombia. Exigir un cese unilateral a las FARC, una guerrilla revolucionaria que durante 50 años ha librado una guerra en las selvas colombianas, como condición para tener un diálogo de paz, no es otra cosa que decir que tal mesa de negociación no existirá más.

Por otro lado, el candidato del Centro Democrático, ha insistido en negar la existencia de un conflicto armado en Colombia, dado que según él, darle este tratamiento es un reconocimiento al grupo guerrillero y negar su carácter terrorista. Sin embargo, se debe recordar que la legislación colombiana, por medio de la ley de víctimas y restitución de tierras y sus desarrollos, ha reconocido ya la existencia del conflicto abriendo la posibilidad de aplicación del derecho internacional humanitario y el reconocimiento y reparación de las víctimas.  Por lo que para implementar la visión del candidato Uribista haría falta una reforma legislativa que desconozca la existencia del conflicto armado y el desarrollo de mecanismos que permitan el reconocimiento de las víctimas para que éstas puedan acceder a sus derechos a la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición, lo cual sería sin duda una innovación sin ningún tipo de precedente ni sustento jurídico.

En conclusión, debe ser claro que una victoria de Oscar Ivan Zuluaga el próximo domingo, implica una transformación profunda en el tratamiento de los diálogos de negociación con la guerrilla de las FARC y en la búsqueda de una solución a la guerra en Colombia, para lo cual muy probablemente se recurrirá de nuevo a la vía militar, repitiendo la historia, completando de nuevo el ciclo del péndulo que oscila entre la paz y la guerra y a la fecha marca ya 50 años.