ENTRE LA ESPERANZA Y LA RESIGNACIÓN

Por: Angela María Hernández Moreno

Tras los estrechos resultados de la primera vuelta, los candidatos presidenciales se han venido jugando sus mejores fichas para lograr poner la balanza a su favor el próximo domingo. No obstante como lo revelan las últimas encuestas, los resultados de la segunda vuelta serán igualmente reñidos. En esta ocasión, el electorado está atrapado en la polarización entre dos posturas de la derecha y así  también será el panorama de gobernabilidad durante los próximos cuatro años si se tiene en cuenta la conformación de bancadas en el próximo Congreso de la República.

Con un empate técnico en dos de las tres encuestas reveladas en la última semana, Juan Manuel Santos parece haber aventajado en un mínimo porcentaje a Oscar Iván Zuluaga, ganador de la primera vuelta. Todo esto ocurre a pesar y gracias al tema de la paz como centro de la campaña reeleccionista; Santos fue quien finalmente logró definir la agenda del debate en segunda vuelta, lo que devino en un estratégico giro del discurso del candidato Zuluaga respecto a este tema. Sin duda alguna, la adhesión oficial de Martha Lucía Ramírez a la campaña de Zuluaga, le otorgó la posibilidad de referirse a una posible continuidad de los diálogos con las FARC en su gobierno bajo una serie de condicionamientos bien pueden significar la aspiración zuluaguista de un sometimiento de la insurgencia, más que la posibilidad una salida negociada y coherente con las necesidades humanitarias.

Por su parte las recientes adhesiones a la campaña candidato presidente, la mayoría de ellas provenientes de la izquierda, parecen responder a ese clima de polarización;  la resignación y el miedo existente ante un eventual regreso al poder de Álvaro Uribe pero en cuerpo ajeno. Con el surgimiento del llamado Frente Amplio por la Paz se han conocido otros importantes anuncios que reactivan el optimismo hacia la paz promovida por Santos; por un lado, el comunicado conjunto del gobierno nacional y las FARC en el que acuerdan una serie de puntos clave para asumir el tema de las víctimas en la mesa de La Habana, y por el otro, la noticia sobre una fase exploratoria para un eventual diálogo con el ELN. También ha sido notoria la tensión electoral al interior las Fuerzas Armadas, debido a las denuncias de presunto proselitismo político y del malestar de los militares ante las posturas del candidato presidente frente al papel que éstas desempeñarían en el posconflicto.

Tomando en cuenta este panorama, a continuación se analizarán  dos de los  principales ámbitos en los que podría definirse la victoria del candidato Juan Manuel Santos en segunda vuelta y las respectivas implicaciones que estos aspectos tendrían ante una eventual reelección.

En primer lugar, hay que anotar que si bien ha sido arriesgada la apuesta por poner en el centro del debate el tema la paz, esta disputa en segunda vuelta evidencia las ventajas que dicha estrategia viene generando para la campaña santista. Por un lado como se ha anotado, diversos sectores políticos y sociales han definido apoyos al santismo basados en la esperanza y pertinencia estratégica que les produce una eventual desmovilización de las guerrillas. Sin embargo, la paz como tema unánime también ha sesgado el debate frente a otros asuntos de importante interés para los electores; un hecho que para alivio de ambas partes, ocurre ante las mínimas diferencias existentes entre los programas en temas como crecimiento económico, educación, medio ambiente, salud y seguridad ciudadana.

En el marco de las adhesiones conquistadas por el santismo en estas dos últimas semanas, se destacan los pronunciamientos individuales a favor del presidente candidato por parte de algunos líderes de la Alianza Verde y el Polo Democrático, quienes también  se han enfrentado posiciones dividas al interior de sus partidos. Asimismo, resulta preponderante el apoyo de la Unión Patriótica, la Marcha Patriótica, representantes de las organizaciones de víctimas, el movimiento indígena y de figuras políticas y de opinión como el ex alcalde Antanas Mockus.

De la misma forma, algunos miembros del partido conservador cercanos al presidente y con importantes maquinarias regionales refrendaron su apoyo al candidato.

Sin embargo, estas alianzas deben evaluarse con prudencia, ya que como lo indica la tendencia electoral,  a diferencia de como ocurre con Oscar Iván Zuluaga, estos votos no obedecen a una disciplina de partido que los asegure, incluso los líderes de dichas alianzas han manifestado que el apoyo para la paz no puede entenderse como “un cheque blanco”, sino como un compromiso ciudadano con dicha temática. De este modo, buena parte del potencial electorado santista puede oscilar entre los indecisos  y el voto en blanco. Según las últimas encuestas Ipsos y la Polimétrica de Cifras y Conceptos, los indecisos corresponden al 12 y el 6 por ciento de los potenciales votantes, respectivamente. Por su parte, el voto en blanco estaría entre el 10 y el 11 por ciento según Ipsos y la Polimétrica, y en un 3,7 por ciento según Gallup[1].

Por otra parte, para tranquilidad de la campaña santista estas alianzas parecen darse de manera abierta, es decir, no obedecen a compromisos programáticos profundos. Asimismo la izquierda no ejerció presión para incorporar temas estratégicos a la campaña reeleccionista, con excepción de lo logrado por el sector progresista, por lo cual el eslabón de la izquierda a favor de la paz se reduce a esta temática y en algunos casos, ha reclamado su derecho de seguir en el lugar de la oposición de llegar a ganar Juan Manuel Santos. En este escenario, la apuesta de la izquierda hacia el futuro, particularmente por parte de Clara López,  parece centrarse en la próxima alcaldía de Bogotá, disputa a la que probablemente se sumarían los progresistas y Gina Parody[2].

En segundo orden, como es bien sabido el voto santista (tanto en las elecciones legislativas como en la primera vuelta presidencial) se ha concentrado en la costa atlántica, la región pacífica y algunas zonas del sur del país. Frente al fenómeno de la costa atlántica, en esta segunda vuelta podría esperarse una mayor manifestación del voto de maquinaria, el cual parece no haber aprovechado todo su caudal en primera vuelta. Además, si bien no se espera una alta participación electoral en esa región, puede que se reduzcan las cifras de abstención de la primera vuelta.  En contraste, una de las zonas más débiles para el voto santista se sitúa en la región andina y el centro del país, en donde el candidato Zuluaga le saca una ventaja importante. Es por ello que Santos viene centrando sus esfuerzos en Bogotá[3], donde  la mayor votación fue alcanzada por Oscar Iván Zuluaga y Clara López respectivamente, y en el departamento de Boyacá, escenario de cierre de ambas campañas y en donde buscó adherir simpatizantes del sector agrario movilizado en los recientes paros.

En conclusión, la próxima jornada del 15 de junio estará definida por  el tema de la paz como postura diferenciadora entre los candidatos. De haber un panorama electoral con menos presiones coyunturales, otras temáticas como la reforma política, la crisis de la salud y el diagnostico al crecimiento económico serían centrales en la discusión. Sin embargo, han sido los mismos sectores políticos y sociales alternativos los que han reclamado la trascendencia que tiene el tema de la paz para estas elecciones. Esta posición estratégica se centra fundamentalmente en que con la victoria de Santos, se logre independizar el debate político en Colombia del ruido de la guerrilla, lo cual le permitiría a estos sectores alternativos un mayor espacio para el ejercicio de la oposición y mayores posibilidades de conquistar terreno en próximas elecciones.

Sin embargo, esto no puede obviar la falta de interés de los candidatos en tocar otros muchos puntos clave en las necesidades que aquejan al grueso de la población y que sin duda influenciarán en la construcción de paz en el posconflicto. Como lo anota Jaime Acosta en su artículo, es “verdad que la reducción de los gastos de la guerra y su reasignación a otros sectores  permitiría un crecimiento en torno al cinco por ciento, pero solo durante pocos años si  no hay un nuevo modelo de desarrollo productivo, basado en nuevas actividades, en la innovación y en el desarrollo regional para el campo y las ciudades, que permita el surgimiento de nuevas plataformas productivas urbano–rurales sostenibles”[4]. Asimismo, dejan de sopesarse otros asuntos que han nublado la gestión del actual presidente, como la entrega de cupos indicativos a políticos corruptos en las regiones, ó las debilidades del sistema productivo en asuntos trascendentales para el bienestar de las comunidades.

En consecuencia, de llegar a ser reelegido Juan Manuel Santos, su principal tarea será contrarrestar las fundamentales diferencias con sectores la oposición de izquierda y derecha en varios temas de gobierno. La bancada uribista en el congreso representaría un importante obstáculo para el santismo, asimismo otros escenarios de polarización podrían darse al interior de los organismos de control y altas cortes. Por su parte, lo deseable para los sectores alternativos alineados con la reelección, sería el compromiso real del presidente y su bancada por una mayor apertura y diálogo en la definición de los asuntos de su segundo mandato. Víctimas y campesinos por ejemplo, esperan influir de manera más contundente en una futura mesa de diálogo con el ELN.

[1] León, J. “El doble filo del testimonio de Robinson González del Río”. La Silla Vacía. 9 de Junio de 2014. Disponible en: http://lasillavacia.com/historia/el-doble-filo-del-testimonio-de-robinson-gonzalez-del-rio-47790

[2]  Vale la pena anotar que los resultados de la primera vuelta revelaron algunos votos adicionales para Santos desde algunas regiones reconocidas como bastiones tradicionales de la izquierda, como el municipio de La Uribe (Meta), el norte del departamento del Cauca y parte del andén Pacífico, Arauca y el Catatumbo.

[3] Si bien el voto progresista en Bogotá no pareció beneficiar al candidato presidente en primera vuelta como se esperaba, esta tendencia podría revertirse dados los potenciales votos de Clara López (20,4 %) , Enrique Peñalosa y la suma entre indecisos y abstencionistas, lo cual le bastaría a Santos para contrarrestar la fuerza electoral de Zuluaga y Ramírez en la capital.

[4] Acosta, J. “Recta final: Lo que dicen los programas de Gobierno”. Razón Pública. 8 de Junio de 2014. Disponible en: http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/7678-recta-final-lo-que-dicen-los-programas-de-gobierno.html