PAZ CON CRECIMIENTO ECONÓMICO

por: Angela María Hernandez

La insuficiencia de debates electorales para la primera vuelta presidencial,  ha venido revelando el interés mediático en reducir la incertidumbre sobre la trayectoria del candidato-presidente más aún cuando las encuestas no lo dejan muy bien ubicado en la intención de voto. Lo anterior contribuye a consolidar la campaña basada en el voto de opinión; la cual no es más que una carrera por ser el candidato que esté en “boca de todos”, sin que las propuestas o la trayectoria le hagan mayor contrapeso.

No se puede perder de vista que Juan Manuel Santos llegó a la presidencia en el 2010 con el principal apoyo del expresidente Álvaro Uribe, de quién fue además su Ministro de Defensa, en momentos en que la consolidación territorial de la seguridad y la lucha contra las guerrillas fue uno de los ejes a destacar en ese gobierno. Sin embargo, poco después esa imagen de “ahijado del uribismo” se fue desvaneciendo, entre otros aspectos, al aceptar que, “el fin del fin” de la guerra contra las FARC solo llegaría al afrontar la existencia del conflicto, sus víctimas, y la necesidad de llegar a un acuerdo político con la insurgencia. Todo esto motivó el malestar de Álvaro Uribe frente a la “traición” de la que dijo fue objeto por parte de Santos, lo cual se manifestaría de ahí en adelante, en un intento del ex presidente por no desaparecer del escenario público e incluso al hacer oposición al gobierno Santos impulsando un nuevo movimiento basado en su liderazgo innato y  teniendo como principal consigna aquel retroceso que para los uribistas implicaría “la entrega del país a las FARC”.

Sin embargo, ese giro en alianzas no implicó un necesario descuido hacia la clase política en la que creció y se consolidó Juan Manuel Santos. La Unidad Nacional, fue la principal apuesta para conseguir las cuotas necesarias en el Congreso, que se supone impulsarían las reformas propuestas en la campaña electoral. A ésta invitación se sumaron Cambio Radical y los Liberales, algunos miembros del Partido Verde (entonces lo suficientemente fraccionado) y parte de las fuerzas políticas del MIRA y el PIN, incluso cuando muchos de los miembros de estas bancadas venían de las toldas del uribismo. Por otro lado y más recientemente los conservadores quedarían divididos entre su fidelidad partidista y la tentación de acompañar las consignas de Uribe.

Fue así como  durante los cuatro años de gobierno, el escenario legislativo se movió alrededor del impulso que las bancadas de la Unidad Nacional le dieron a dos principales aspectos: el respaldo al proceso de negociación del gobierno nacional con las FARC en La Habana y el trámite a diferentes reformas en varios los principales aspectos de la vida nacional. Si bien el primer asunto transitó por diversas dificultades, como la discusión entre el Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, y el Procurador, Alejandro Ordoñez, sobre los eventos en los que se dará el sometimiento a la justicia  por parte de los miembros de ésta guerrilla y la consecuente  reparación a sus víctimas; al final éste ha logrado salir bien librado y no precisamente porque ésta oposición al proceso desaparezca, sino porque como lo revelan algunas las encuestas, “el fin supremo de la paz” no parece ser la mayor preocupación de los colombianos respecto a la gestión de Santos y su bancada en el Congreso (Ver Encuesta de Cifras y Conceptos)1.

Por otra parte, en lo relacionado con las reformas la debilidad del gobierno Santos ha sido latente. Ni la reforma a la justicia, ni a la Ley 30 de Educación Superior, ni la de la salud, gozaron de éxito. Por el contrario éstas reformas se vieron truncadas, en parte gracias la presión ejercida por los sectores sociales y en parte, a su impopularidad. Fue el caso de la reforma a la justicia que puso en alerta a la opinión pública ante los posibles “micos” que ésta incorporaba. Otras acciones como la reforma al Fuero Penal Militar, avivaron las discusiones sobre el papel de la fuerza pública en afectaciones a los DD.HH y la necesidad de que los implicados fueran tratados por la justicia ordinaria.

Sin embargo, el centro de la campaña Santista está precisamente en la continuidad que se le ofrece al vínculo entre paz y prosperidad económica. El discurso de Juan Manuel Santos sigue presentando énfasis en el “anhelo” personal del candidato por que Colombia, logrando salir de la guerra, se convierta en un líder a nivel regional y global. Esto se sustenta en una frase recurrente en sus intervenciones, “al final la guerra podríamos crecer a tasas del 6% o 7%”. Un crecimiento económico, que según Santos, permitirá invertir más en lo social y así lograr consolidar los siguientes tres pilares: I) Un país solidario, incluyente y de oportunidades, II) Un país de emprendedores y pleno empleo y III) un país sin miedo, sin guerra y en paz.  De igual manera, el tema de lucha contra la corrupción y fortalecimiento de la justicia, bastante criticado en su manejo, se consolida como otro de vínculos a los que debe apuntar la paz: una justicia accesible a los ciudadanos y bien gerenciada. En el objetivo de la paz promovida por el gobierno Santos, la meta es lograr un acuerdo final con las FARC a finales de éste 2014.

En definitiva, el país que se esperaría si Juan Manuel Santos es reelegido, no parece muy diferente al que tenemos hoy. La amenaza del regreso del uribismo tras su triunfo en las elecciones parlamentarias, es lo que está moviendo al país a elegir entre el presente y el pasado, quedando aplazada la pregunta por el futuro, más allá del fin del conflicto armado. A excepción de su rivalidad con Álvaro Uribe, Santos ha demostrado fidelidad frente a su proveniencia. La clase política y económica a la que pertenece (tecnócrata-empresarial y de un fuerte centralismo institucional) le ha apostado al proyecto de la paz como oportunidad para consolidar su proyecto de país. Paradójicamente, un objetivo tan supremo como la paz, no mueve las mismas fibras en ‘los de abajo’, quienes ven ante el posconflicto, el cierre de las posibilidades de vida ante un modelo económico reprimarizado y con pocas oportunidades de verdadero desarrollo humano, hecho evidente en el mantenimiento de la brecha de desigualdad. Los inamovibles del gobierno Santos en cuanto a la política agraria y el enfoque de negociación de acuerdos comerciales  en las condiciones actuales, son los principales indicadores de dicho pesimismo ante la continuidad.

Seguramente el optimismo no es más fuerte sobre lo que pueda ser el futuro escenario de participación política de la guerrilla, esto si no se avanza sobre el establecimiento de un Estatuto de la Oposición y sobre las garantía para que no se extermine a las fuerzas políticas minoritarias, como lo contempla el acuerdo sobre el segundo punto de la agenda en La Habana.  Más aún cuando desde la misma Procuraduría, ha germinado una sensación de impunidad sobre lo que pueda ser el sometimiento a la justicia y la incorporación a la vida civil de los miembros de las FARC.

Lo cierto es que Santos, pese a no demostrar ser un líder innato como su principal contendor, ha logrado movilizar a su favor y alrededor del objetivo de la paz a gran parte de la maquinaria del Estado. A ello se suman las cuotas significativas que ha conseguido en ciertas regiones del país, como en el caso de la costa atlántica.  Sin embargo, el país con el que se encontraría de ser reelegido, no parece igual al de hace cuatro años. El interés y la urgencia por conocer los efectos reales del crecimiento económico parecen una premisa de mayor peso para los electores, en ello se basaría la presión que los sectores sociales le podrían ejercer. Por otra parte, la correlación de fuerzas en el Congreso elegido será definitiva para tramitar las reformas inalcanzadas en estos cuatro años y por supuesto, el reto estaría en mermar las voces opositoras por parte del uribismo a los posibles acuerdos que surjan de la mesa de La Habana.

___________________________________

(1) Cifras y Conceptos. “Encuesta polimétrica presidenciales 2014”. Disponible en: http://cifrasyconceptos.com/images/descargas/polimetrica/Marzo2014.pdf

León, Juanita. “Las elecciones serán un plebiscito sobre el regreso de Uribe al poder”.  La Silla Vacía. 16 de mayo de 2014.  Disponible en: http://lasillavacia.com/historia/las-elecciones-seran-un-plebiscito-sobre-el-regreso-de-uribe-al-poder-47421

Santos, Juan Manuel. “La hora de la grandes metas”. Razón Pública. 12 de mayo de 2014. Disponible en: http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/7612-la-hora-de-las-grandes-metas.html